Candidato a alcalde y aspirante a promotor (Editorial La Opinión de hoxe)

Así reza o titular de hoxe do editorial de La Opinión de A Coruña. Paso a transcribir o mesmo.

Cada uno de los candidatos que se presentan a las Alcaldías gallegas en las elecciones municipales tendría que aplicarse, sin dudas ni temores, en actuar con la máxima transparencia sobre sus intereses empresariales y negocios, sobre todo si estos pueden ser decisivos y afectar a la gestión municipal que les corresponda asumir en los futuros Gobiernos locales que resulten tras los resultados de los comicios del 27 de mayo. Máxime sobre todo si quienes se presentan ante los electores lo hacen al frente de la lista, como los elegidos por sus formaciones para ser alcalde, y tienen empresas o sociedades vinculadas con la promoción inmobiliaria. Por eso es sorprendente que aquellos dirigentes que más presumen de pureza y limpieza en la gestión urbanística respondan con tanta comprensión y tolerancia ante un caso que de haber ocurrido a un rival político, en vez de a un compañero de partido, hubiera supuesto un grave escándalo. El código ético interno tiene que ser aún más exigente y riguroso con los propios que con los ajenos.

Es así como se da ejemplo.

Restar, por ejemplo, importancia al hecho de que el teniente de alcalde de Betanzos y candidato a la Alcaldía por el Bloque, Andrés Otero Botana, sea socio del constructor Enrique Martí Vázquez, con intereses urbanísticos en el propio municipio, supone para los nacionalistas desviar la mira en vez de afrontar el caso de cara y con valentía. Ambos, Andrés Otero y Enrique Martí, constituyeron en 2004 una sociedad, dedicada, en un principio, a la exportación de productos a Cuba, pero que apenas hace un mes modificó sus estatutos para incluir entre sus fines la promoción inmobiliaria.

El cabeza de lista del BNG, responsable de la Concejalía de Formación Ocupacional y Comercio en el Gobierno local de Betanzos, percibe además un salario público por su dedicación exclusiva a las tareas municipales, que compatibiliza, sin embargo, con la administración de su empresa. Los negocios y actividades mercantiles del candidato del BNG y teniente de alcalde las desconocía la Corporación municipal. Ni el alcalde ni el resto de los concejales de Betanzos estaban al tanto de los intereses empresariales de Andrés Otero, ni de que este hubiera constituido en 2004 una empresa con un constructor, que promovía en el municipio una urbanización de cincuenta viviendas.

No deja de ser llamativo también que los responsables del BNG brigantino, una vez que accedieron en coalición con el PSOE al Gobierno local de Betanzos, se atribuyeran el logro de conseguir que precisamente esta urbanización obtuviera todos los permisos municipales, después de que las obras estuvieran precintadas por el juzgado, apenas unos meses después de que el ahora cabeza de lista del Bloque se asociara con el promotor de la misma.

Una vez conocidos los detalles de sus negocios algunas de las explicaciones ofrecidas por el teniente de alcalde y candidato del Bloque a la alcaldía son más que pintorescas: como decir que la empresa conjunta que mantiene con el promotor no opera ni en Galicia, ni en el resto de España (cuando su domicilio social se encuentra en Betanzos y sus cuentas las presenta ante el registro mercantil de A Coruña), que ahora su socio no se dedica a la construcción (lo que no implica que no tenga intención de hacerlo en un futuro o que no lo haya hecho antes), o que la ampliación hace sólo un mes del objeto social de la empresa de exportación para dedicar la sociedad a la promoción inmobiliaria fue por indicación del notario.

El Bloque mantiene que en las candidaturas que ha presentado a las elecciones municipales no se encuentran, como en otras formaciones políticas, alcaldes promotores, y, eso es cierto, pero su candidato a la alcaldía de Betanzos tiene una sociedad con un constructor entre cuyos fines figura la promoción inmobiliaria.

Parece raro e inusual que alguien cree una sociedad mercantil con un objeto social y una actividad que luego no se quiera desarrollar.